lunes, 8 de junio de 2009

Crisis

Primero la vi por televisión. Consistía principalmente en noticias sobre wall street y corredores de bolsa con cara de despesperación. Después hablaron del mercado inmobiliario, de pérdida de casas, de problemas con el empleo. 
Como empleada de comercio, el saber que mi trabajo no es seguro, es lo normal, pero uno se olvida. Siempre me arreglé y a mi hija nunca le faltó nada. 
Hasta que me echaron. Mi jefa juró que lo lamentaba, que viendo las cajas diarias debería haberme dado cuenta de lo que iba a pasar. Repentinamente la crisis me alcanzó, en una esquina, mirando confundida mi presente y eso que aparentemente iba a ser mi futuro.
Cuando levanté el teléfono y llamé a mi madre por ayuda, sabía que era la peor decisión, pero como siempre que estoy muy preocupada no pienso claramente. Hacía varias semanas que no llamaba y me reclamó por no haber telefoneado el día del cumpleaños de su marido (obviamente, que no es mi padre, jamás me reclamaría por no saludar a su ex por el cumpleaños, al contrario). Después dijo que entendía que me hubieran echado. Faltó que dijera que la sorprendía que no me hubieran echado antes. Inmediatamente después se ofreció a pagar el colegio de su nieta. Discutimos media hora cuando le dije que el lunes iba a cambiarla a una escuela pública. Como siempre, terminé aceptando su propuesta a cambio de que hablara con el tío para ver si podía darme un trabajo en la ferretería. Me dijo que el negocio no andaba bien pero que hablaría con él.
La pesadilla comenzó quince minutos después. Sonó el teléfono. Mi hermana lamentó mi situación y me reprendió por llamar primero a nuestra madre, aunque no se por que, ya llamar a una implica que la otra se entere en menos de cinco minutos. 
- El tío no va a poder darte trabajo. Echó a dos empleados. Se está arreglando con un empleado y con Santi...

(Santi, nuestro primo)

- Pero, en cambio, Mariano necesita a alguien de confianza en las confiterías...

(Siempre odié la palabra confitería).

- No sé...
- No creo que estés en posición de dudar...
Mariano es mi cuñado. Enemigo mortal de mi hermana. Solo dios y el diablo deben saber por que siguen juntos.
- No, ya sé, pero... ¿Qué necesita que haga? Solo sé comer facturas y tomar café. No sé nada de ese negocio.
- ¿Sabés algo de ferreterías? ¡Si no sabés distinguir un clavo de un tornillo! Al menos de lo otro, sabés comerlo, jaja...
- ¿Sería como moza...?
- ¡No! Mucho mejor. Como encargada.
- ¿Encargada?
- De los otros empleados... De la parte de administración... Esas cosas. Sería un buen trabajo.
Lo más cercano al infierno que puedo imaginar. El peor escenario posible. De lo que siempre había escapado: trabajar para el garca de mi cuñado, siendo intermediaria con los pobres esclavos que tiene en su cadena de confiterías.
Y para rematar el diálogo, mi hermana dijo:
- No te preocupes. A vos no te va a negrear...